El
río Sena era una de las rutas que más interesaban a los vikingos para el
saqueo. El Sitio de París de 845 fue una invasión vikinga a esta ciudad,
protagonizada por una numerosa flota encabezada por el caudillo Reginherus,
asociado a la semilegendaria figura de Ragnar Lodbrok, que se retiró tras
recibir el pago de un rescate para evitar la devastación de la ciudad.
En
este enfrentamiento las fuerzas vikingas demostraron ser muy superiores a los
francos, pero, los nórdicos se retiraron tras el pago realizado por Carlos el
Calvo de un danegeld que consistía en 7.000 libras, unos 2.570 kilogramos de
plata y oro. El Sitio fue el augurio para el posterior asedio que tendría lugar
entre el año 885 y el 886.
La
muerte de Luis III de Francia en el año 882 provocó la desunión del reino,
aprovechado por los vikingos para saquear Ruan y organizar la toma de París. En
el año 885, los drakkars vikingos fueron avanzando por el Sena hasta llegar a
París con 700 naves, dirigidos por Rollón y Siegfried.
La
situación de la ciudad parisina evitaba que los vikingos pudieran seguir
avanzando por el cauce fluvial sin tomar la plaza, pero esta contaba con
fortificaciones modernizadas. El responsable de la defensa de la ciudad fue
Eudes.
En
los posteriores ataques, consiguieron tomar dos torres de asedio y provocar una
brecha en las defensas. También hay que tener en cuenta que la peste estaba
asolando la ciudad y cada vez había menos ejército para hacer frente a los
ataques vikingos. Carlos el Gordo, emperador carolingio, decidió actuar y firmó
un acuerdo con los atacantes, les pagó un tributo y les permitió pasar hacia
Borgoña.
El
conde Eudes y los parisinos, a pesar de la firma del tratado se negaron a
dejarles continuar por el Sena y obligó a los vikingos a llevarse a sus barcos
por tierra hasta río arriba.
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