Los
pueblos que habitaban el levante y el sur de la Península Ibérica durante la
Edad del Hierro (siglo VII – siglo I a.C.) reciben el nombre de iberos por los
antiguos escritores griegos. Algunos de estos pueblos son los oretanos,
elisices, andosinos, turdetanos, sordones, edetanos, sedetanos, ceretanos,
airenosinos, indigetes, castelanos, lacetanos, ilergetas, bergistanos, entre
otros.
El
territorio donde se asentaban estos pueblos recibe el nombre de Iberia, se
extiende por la zona costera desde el sur del Languedoc-Rosellón hasta
Alicante, por el valle del Ebro, valle del Segura, la zona meridional de La
Mancha y oriental hasta el río Guadiana y por el valle alto del Guadalquivir.
En
lo social y político, era una sociedad aristocrática, basada en linaje extenso,
grupo de parentesco unido por antepasados comunes. Para poder ampliar su poder,
los aristócratas necesitaban aumentar la cantidad de miembros del linaje, para
eso se empleaban relaciones de clientela, las familias forman parte del linaje
sin tener relación parental. A cambio de esto, toman el nombre gentilicio del
aristócrata, cabeza de la institución y entregaban una parte de su producción
agraria al príncipe a cambio de una tierra para cultivar o formaban parte de su
ejército, entre otras cuestiones.
Los
iberos produjeron el instrumental agrario y armas en hierro, fabricaron
cerámica a torno, impulsaron la agricultura cerealista con el molino rotatorio.
Tuvo una gran importancia, también, la arboricultura como nueva estrategia
agraria, almendro, vid, olivo y frutales.
Era
una cultura urbana porque la identidad se fijaba a partir del lugar de
residencia, los oppida, recintos fortificados con trazados urbanos con calles
paralelas y perpendiculares. Sus casas estaban ordenadas en manzanas y
levantadas con zócalo de piedra, paredes de adobe y cubiertos de barro y caña.
Por
último, son importantes los cultos y ritos funerarios que reflejan la
organización y evolución socio-ideológica de la sociedad, tanto las tumbas como
los ajuares muestran las diferencias sociales entre los príncipes y sus
clientes.
Su cronología nos permite datarla entre finales del siglo V a.C y principios del IV a.C y permaneció oculta hasta 1909 cuando un vecino la descubrió mientras labraba.
La tumba tiene una estructura rectangular y se divide en tres naves, de las cuales las laterales están divididas, dando lugar a un espacio con cinco cámaras. La nave central presenta un banco corrido en sus laterales desde las jambas de las puertas laterales hasta el final del espacio donde se abre una hornacina que ocupa el centro de la pared oriental.
La nave de la izquierda se divide en dos espacios, el primero parece ser una antesala sin decoración alguna, mientras que el segundo presenta una hornacina rectangular en su pared oriental. La nave de la derecha tiene la misma división que la de la izquierda pero su antesala tiene un banco corrido desde la puerta de entrada hasta el acceso a la otra estancia. Esta presenta también un banco corrido y en su pared oriental y en la derecha encontramos hornacinas rectangulares.
Considerada Bien de Interés Cultual desde 1918, el pueblo de Peal de Becerro creó un centro de interpretación donde enseñan el mundo de la muerte y los ritos funerarios de esta cultura.
Fotografías @delatorregranados (Instagram) y D.Anguís Fotografía (Facebook)
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