miércoles, 10 de noviembre de 2021

La Batalla de Las Navas de Tolosa

 


Batalla de Las Navas de Tolosa, óleo de Van Halen expuesto en el palacio del Senado (Madrid).

La batalla de las Navas de Tolosa llamada en la historiografía árabe “batalla del castigo” enfrentó el 16 de julio de 1212 a un ejército cristiano formado por las tropas castellanas de Alfonso VIII de Castilla, las aragonesas de Pedro II de Aragón, las navarras de Sancho VII de Navarra y numerosos voluntarios del Reino de León y del Reino de Portugal contra el ejército, numéricamente superior, del califa almohade Muhammad an-Nasir en las inmediaciones de la localidad de Santa Elena en Jaén.

La iniciativa de entablar una gran batalla contra los almohades correspondió a Alfonso VIII. Tras la derrota sufrida en Alarcos en 1195 y la pérdida del castillo de Salvatierra, una avanzada de la orden de Calatrava en territorio almohade, en 1211 provocó que los almohades empujaran su frontera hasta los Montes de Toledo, Alfonso VIII al ver amenazada la propia ciudad de Toledo y el valle del Tajo quiso enmendarlo venciendo a los musulmanes en un combate campal.

Castillo de Salvatierra.

Para poder enfrentarse al Imperio almohade rompió las treguas que mantenía con él y consiguió la colaboración de todos los reinos de la Península Ibérica. En el año 1211 comenzaron los preparativos, se comienzan a movilizar las tropas y a reunirse en Toledo que era el punto de unión. También, solicitó del Papa Inocencio III la consideración de cruzada para así poder convocar a caballeros de toda Europa, especialmente de Francia. Para estos procesos diplomáticos contaba con el apoyo del arzobispo de Toledo, Rodrigo Jiménez de Rada.

 El papa Inocencio III concedió el carácter de cruzada. Imagen siglo XIII.

Esta batalla se saldó con la victoria del ejército aliado cristiano y se considera una de las batallas más importantes de la Reconquista.

¿Cómo estaban formados ambos ejércitos?

Las fuerzas del ejército cristiano estaban formadas por:

  •   Tropas castellanas al mando del rey Alfonso VIII de Castilla junto con milicias urbanas de concejos castellanos o milicias concejiles como pueden ser la de Medina del Campo o Almazán. Constituían junto con las mesnadas el grueso de las tropas cristianas. Destaca la mesnada real, la guardia personal del rey.
Detalle en miniatura de Alfonso VIII de Castilla en el Tumbo menor de Castilla.
  •   Tropas de los reyes Sancho VII de Navarra y Pedro II de Aragón. También forman parte de estas los voluntarios portugueses y leoneses que combatieron voluntariamente.

Representación moderna del sello de Sancho VII de Navarra, su emblema personal, no continuado como emblema heráldico por su linaje, que adoptó el escudo de Teobaldo I, constituido por unos radios que semejaban a los refuerzos metálicos (miniatura y bloca) de los escudos del siglo XII. 

 

Sello de Pedro II de Aragón (1196-1213), donde se le representa con lanza, pendón, escudo y gualdrapas del caballo ornamentadas con su seña real. 

  •   Las tropas (freires) de las órdenes militares de Santiago, Calatrava, Temple y Hospital de San Juan. Caballeros especializados en la guerra que forman parte de las fuerzas permanentes al servicio del ejército cristiano. Aunque no eran gran número, la disciplina y la jerarquización los convertía en fuerza de élite.
  •   Un gran número de cruzados procedentes de otros países europeos, en su mayoría franceses atraídos por el llamamiento del Papa Inocencio III. Entre ellos, también figuraban varios obispos como podría ser el de Burdeos. La mayor parte de estos cruzados no llegaron a participar en la batalla.

Aunque las cifras son inciertas, los estudios han llegado a la conclusión de que el bando cristiano estaba formado por aproximadamente 12.000 hombres.

Se disponían de la siguiente manera:

En el centro de la vanguardia se situó la hueste del señor de Vizcaya Diego López II de Haro, algunos caballeros cistercienses, los occitanos, los ultramontanos, los voluntarios leoneses, los portugueses y otros caballeros jóvenes.

Todo el flanco izquierdo lo ocupó el ejército de Pedro II de Aragón, dividido en vanguardia, medianera y retaguardia, reforzado por infantería y ballesteros, y con milicias concejiles. El flanco derecho lo sostuvo Sancho VII de Navarra con los caballeros navarros y las milicias concejiles castellanas de Ávila, Segovia y Medina del Campo entre otras.

En la retaguardia se situaban los reyes al frente de las mesnadas reales. En el centro, Alfonso VIII dirigiendo toda la estrategia con los caballeros de su curia real y las tropas del arzobispo de Toledo, Jiménez de Rada y los obispos de las principales sedes castellanas.


Por el contario, el ejército almohade era mucho más numeroso. Además del ejército regular que estaba profesionalizado, se componía de levas temporales (reclutamientos forzosos) y de voluntarios yihadistas. Las tropas provenían de los territorios de al-Ándalus y algunos soldados bereberes del norte de África; la tropa de élite de la guardia real estaba compuesta por fornidos subsaharianos.

Se organizaban, así:

  • En primera línea, los peones voluntarios que acudían a la llamada desde la yihad o guerra santa de todos los rincones del mundo.
  • Tras estos, los arqueros, ballesteros, además de peones armados con jabalinas y caballería ligera que se desplazaba con rapidez hacia los flancos y, además, podía utilizar lanzas arrojadizas. Un cuerpo fundamental era la caballería ligera, los arqueros a caballo kurdos, conocidos como agzaz.
  • El ejército regular almohade, en segunda línea, formado por la potente caballería andalusí y la caballería ligera almohade y árabe, muy eficaz contra los ejércitos cristianos. 
  • En la retaguardia había otro haz del ejército regular y tras él, formando una línea la Guardia Negra, soldados-esclavos de gran envergadura física que protegían al emir con sus grandes lanzas y conteras apoyadas o clavadas en el suelo; también contaban para la defensa con animales de carga como pueden ser camellos. Finalmente, estaba reforzado con arqueros y ballesteros. Este grupo estaba situado en una colina (probablemente en el Cerro de los Olivares) lo que ofrecía mayor seguridad y permitía al Califa mayor visibilidad para apreciar el curso de los acontecimientos de la batalla.

 El desarrollo de la Batalla fue el siguiente:

El viernes 13 de julio de 1212, llegan a las Navas los ejércitos cristianos. Durante el sábado y el domingo siguientes se produjeron pequeñas contiendas, pero el lunes, 16 de julio atacaron a las huestes almohades.

Tras una carga de la primera línea cristiana, los almohades deciden realizar la misma táctica que años antes les había dado tanta gloria, recordando la batalla de Alarcos. Esta consistía en que la caballería ligera y los arqueros de la vanguardia simulasen una retirada inicial para contraatacar luego. A su vez, la caballería ligera tratará de dañar a los atacantes con una labor de desgaste y, finalmente, las haces centrales andalusíes y bereberes rematarían envolviendo al ejército cristiano.

Ante el peligro de verse rodeados por el ejército almohade, Diego López II de Haro, ordenó estabilizar el haz y mantener una línea sin aprisionar el ejército enemigo persiguiendo a los fugitivos voluntarios y a la caballería ligera. Pero, la línea cristiana empezó a flaquear y la caballería andalusí comenzó un movimiento envolvente. En este punto crítico de la batalla, las tropas almohades podrían haber decidido la batalla.

Caballería en una biblia ilustrada navarra de 1197.

Tras esto, Alfonso VIII ordena rechazar los avances por los flancos del enemigo, entrando en juego el grueso de la caballería cristiana, consiguiendo detener a los musulmanes en los flancos y estabilizar de nuevo las haces. Finalmente, el rey Alfonso, ordenó el avance en bloque de toda la retaguardia cristiana, este intenso avance hizo ceder a las líneas islámicas hasta obligarlas a la retirada. Cuando se produjo la desbandada, los cristianos lograron acceder hasta el real de An-Nasir quien tuvo que huir precipitadamente.

Caballería y peones luchando en una zona boscosa en una miniatura de las Cantigas de Santa María del rey Alfonso X, el Sabio (1252-1284). Cantiga 106. 

Tras la retirada almohade, el ejército cristiano emprendió su persecución durante unos veinte o veinticinco kilómetros, lo que les proporcionaría un ingente botín de guerra. 

Esta batalla fue decisiva. La derrota militar provocó el declive de los almohades en la Península Ibérica y en el Magreb la década posterior. Las consecuencias inmediatas de la batalla fue la obtención cristiana del control de los pasos de Sierra Morena, los castillos de Vilches, Ferral, Baños de la Encina y Tolosa. También, fue el impulso a las conquistas cristianas posteriores como serán Úbeda y Baeza.

La fortaleza de Calatrava la Nueva (Aldea del Rey) fue construida por los Caballeros de la Orden de Calatrava utilizando prisioneros musulmanes de la batalla. Los caballeros llevaron un proceso de reevangelización del territorio con la construcción de templos y santuarios, además, de la reconstrucción de edificios visigodos como el santuario de Santa María del Monte de Bolaños de Calatrava. Todo esto, supuso el dominio definitivo de la llanura manchega tras la conquista de la fortaleza de Alcaraz.

Fortaleza de Calatrava la Nueva en Aldea del Rey, Ciudad Real.

El nieto de Alfonso, Fernando III de Castilla, tomará Córdoba en 1236, Jaén en 1246 y Sevilla en 1248. En 1252, Fernando preparó su flota y su ejército para la invasión en África de los territorios almohades, pero, murió en Sevilla por un brote de peste. Jaime I de Aragón conquistó las Islas Baleares (desde 1228 en los siguientes cuatro años) y Valencia en 1238.

En 1252 los almohades estaban casi acabados por otra potencia africana emergente, los meriníes quien tomaron el control del Magreb. Estos intentaron recuperar antiguos territorios almohades en la Península Ibérica, pero fueron derrotados por Alfonso XI de Castilla y Alfonso IV de Portugal en la Batalla del Salado en 1340, último gran enfrentamiento entre cristianos y musulmanes.

Monumento a la batalla de Las Navas de Tolosa (La Carolina, Jaén) 

Grabado de 1845 que representa la batalla.


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